Imaginas acaso la amargura
Que hay en no convivir
Los episodios de tu vida pura?
Me está vedado conseguir que el viento
Y la llovizna sean comedidos
Con tu pelo castaño.
Me está vedado oír en los latidos
De tu paciente corazón (sagrario
De dolor y clemencia)
La fórmula escondida
De mi propia existencia.
Me está vedado, cuando te fatigas
Y se fatiga hasta tu mismo traje,
Tomarte en brazos, como quien levanta
A su propia ilusión incorruptible
Hecha fantasma que renuncia al viaje.
Despertarás una mañana gris
Y verás, en la luna de tu armario,
Desdibujarse un puño
Esquelético, y ante el funerario
Aviso, gritarás las cinco letras
De mi nombre, con voz pávida y floja
¡Y yo me hallaré ausente
De tu final congoja.!
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú… Soy un fracaso
De confesor y médico que siente
Perder a la mejor de sus enfermas
Y a su más efusiva penitente.