Esta novia del alma con quien soñé en un día
Fundar el paraíso de una casa risueña
Y echar, pescando amores, en el mar de la vida
Mis redes, a la usanza de la edad evangélica.
Es blanca como la hostia de la primera misa
Que en una azul mañana miró decir la tierra
Luce negros los ojos, la túnica sombría
Y en un ungir las heridas las manos beneméritas.
Dormir en paz se puede sobre sus castos senos
De nieve, que beatos se hinchan como frutas
En la heredad de Cristo, celeste jardinero;
Tiene propiedades hondas y los labios de azúcar,
Y por su grave porte se asemeja al excelso
Retrato de la Virgen pintado por San Lucas.